Para escuchar cuentos.

De vuelta, en el coche, venía pensando en este oficio de contar cuentos.
Hoy he contado por última vez “en la maleta”, una sesión de cuentos que acompaña a la XXXII Muestra del Libro Infantil y Juvenil del 2016.
Han sido 9 meses y 20 sesiones, tan iguales y tan distintas.
Cuando los narradores preparamos una sesión de cuentos para ser contada, nos tomamos nuestro tiempo en leer las historias, buscar la relación entre ellas, reflexionar sobre los personajes, escribir un texto para ser contado, que no sea plano, que tengamos momentos para reir, para inquietarnos, para respirar aliviados….
Preparamos con mimo cada movimiento, cada objeto que llevamos, cada libro.
Es un trabajo precioso.
Cuando el trabajo está listo, nos encontramos deseosos de ir a compartirlo con las familias que asisten a escuchar y disfrutar de las historias. Y cada vez que contamos se crea algo mágico en ese momento que pertenece sólo al que cuenta y al que escucha, algo irrepetible.
Y a la vez, cada vez que repetimos la misma sesión de cuentos, algo cambia. Escuchar al público nos cambia a veces el orden de las sesiones, a veces el cuento, a veces una frase y la sesión crece con nosotros.
Venía también pensando en qué diferente cada sesión, dependiendo de cada espacio, cada público, cada momento.
Y pensaba en las familias que asisten a las sesiones de cuentos. Qué bonitas esas familias que disfrutan juntas de los cuentos contados, que no pierden detalle, que se miran con complicidad cuando pasa algo que les gusta en la historia.
Madres y Padres que parecen tener claro las razones por las que llevar a sus hijas e hijos a escuchar cuentos, y probablemente llevan mucho tiempo asistiendo a sesiones de narración.
Cuando estoy narrando cuentos frente a un grupo de familias, veo a cada niña-o, a cada madre-padre, a todos.
Para algunos podría ser la primera vez en una sesión de cuentos, para otros precisamente ese momento no era el mejor para escuchar, para otros crea confusión estar frente a alguien que habla y no da órdenes.
Me encantaría que todos los asistentes tuvieran claro por qué están ahí y sobre todo cómo estar ahí.
Por eso me animo a hacer aquí una lista de cosas a tener en cuenta antes y durante una sesión de cuentos.
- Queremos escuchar cuentos. A todos los que vamos, nos apetece escuchar cuentos, al adulto y a al niño. No vamos obligados. Por eso apagamos el móvil y retiramos distracciones.
- Procuramos llegar con tiempo para poder elegir donde nos vamos a sentar. A veces las biblios proponen que los niños y las niñas se sienten en el suelo y el adulto detrás, pero son muchos las niñas-os que les gusta tener a las madres cerca, se sienten más tranquilas y se centraran en la escucha.
- Puede que tu hija quiera sentarse sola, en ese caso, ponte en un lugar donde la puedas ver todo el tiempo, para intervenir cuando sea necesario.
- Disfruta y participa tú también de los cuentos, los cuentos no son sólo para los niños. Y luego tal vez puedas comentarlos con tu hija-o.
- Si en algún momento tu hija-o se siente incómodo, se ha cansado o se le ha ocurrido hacer algo que no corresponde, y ves que lo necesita podéis salir un ratito y luego volver a entrar.
Tu hija-o agradecerá siempre que le hayas mostrado la importancia de los espacios que prestan o venden libros, el respeto por las historias, por quien las cuenta y por quien las escucha.
Y sobre todo nunca olvidará el tiempo que habéis pasado juntos.